Una noche especial en Monte Grande






Llegamos al Teatro Greison de Monte Grande, en la puerta había un grupo reducido de personas. Ingresamos; nos topamos con una muchedumbre que aguardaba expectante la entrada de los músicos. Subimos una escalera y nos quedamos a un costado del escenario. Veíamos al staff del grupo preparando los instrumentos, el detrás de escena, ese trabajo que es invisible para el público pero que también es necesario para que el show sea impecable. Empieza así: Intro, gritos de fans mezclados en el aire, emoción; sale la banda y a desde entonces, una simbiosis ensordecedora.

Como ya es habitual en esta última gira, 'Uso', 'El colmo', 'Risa' y '4 am', son las primeras canciones del recital, una carta de presentación que presupone un muestreo de lo que será el desarrollo del repertorio.

Los golpes del bombo en ‘Los burócratas del amor’ se asemejan a la perfección de un metrónomo y el estribillo es simple y pegadizo, algunos la siguen tarareando pero enseguida es secundada por ‘Run run’, ‘Yo anuncio’, ‘Negritas’ y el mash up de 'Desfachatados' y 'Paisano', donde Adrián trepó por un costado del escenario y aprovechó para cantarle a unas fans que estaban disfrutando del recital.

El sonido heavy de ‘El baile de Odín’ y ‘Sin mi diablo’ se volvía más denso cuando unas luces rojas cobraron protagonismo. La pendiente bajó en cuanto a la distorsión pero no a la intensidad del público que coreó ‘Putita’ a más no poder. ‘Y qué? / Egocripta’ y ‘Muñeco de Haití / Sheeba baby’, es un momento predilecto de los fans de cualquier época.

Queda una sola luz encendida que se derrama en la cabeza de Dárgelos. Toma la palabra. Cuenta que hace más de veinte años que no tocaban en Monte Grande y le dedica ‘Casi’ a Gabo Manelli y a Adrián Paoletti, ambos oriundos de esta ciudad.

El set acústico concluye con ‘Shambala’, pero el espectáculo continúa con ‘Fizz’. ‘Carismático’ y ‘Yegua’ juegan a ser una sola canción y en ‘Aduana de palabras’, Adrián imita a una pantera como en el videoclip de ese corte. ‘La lanza’ es la última antes de que los músicos saluden y se retiren del escenario. Las luces se apagan pero no la algarabía de los fanáticos que le ponen voz a unas estrofas de ‘Sobre la hierba’.

Ahora sí, los bises: ‘Flora y fauno’ y ‘Fiesta popular’. Una noche única en la historia de la banda, el regreso a un lugar que siempre los esperó y que ahora cuenta con un recinto cómodo para que no vuelva a pasar tanto tiempo para un nuevo recital en la ciudad que vio nacer a Gabriel Manelli.

Lucila Venerus Resa


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