Casualidad habernos encontrado, hagamos de casualidad
Relato publicado en Revista Mundo Babasónicos Nº 5
Salimos de casa rumbo al centro. “Hoy va a ser un día muy especial”, era una de las frases que armé en mi soliloquio hasta que al fin llegamos, mis hijos y yo, a una disquería en la ciudad de México. El objetivo: “Shambala”. Entramos al local. Había pocas personas, tal vez mejor que así haya sido. Antes de encontrar nuestro tesoro, miramos otros LPs; mis recuerdos vagos olvidaron que álbum tenía entre mis manos cuando volteé y vi a un hombrecito que, certeramente, había visto antes. O al menos creía que así era.
Una idea loca atravesó mi cabeza: “¿Será…? No. No puede ser”. Caminé, con pasos lentos hacia otra sección del comercio, con el mismo interrogante que hacía eco en mi cabeza. Levanté la mirada; un señor muy alto me dejó de seis.
Ya estaba segura de que compartíamos el mismo espacio, el mismo tiempo; era mi momento. Viré toda casual para encontrar a alguien más en la tienda. ¡Sorpresa! Bueno, debo confesar que es difícil entrar en asombro cuando en realidad una encuentra lo que busca. Fue emoción u otra sensación lo que hacía que mi corazón latiera cada vez más rápido.
Había visto a Panza, después a Carca y ahora tenía a Mariano Roger a mi lado. ¿Cómo actuar en una situación tan inverosímil? Bajé la voz y le dije a mi hija: “¡Mara, son los Babasónicos!”. Pero lejos de susurrárselo se lo comuniqué a gritos.
Me acerqué a Mariano para decirle que mis chicos y yo somos muy fanáticos de la banda, que estábamos muy emocionados de poder conocerlos, y que notara cómo tenía la garganta por cantar tanto en el concierto de Puebla, al que habíamos asistido el miércoles anterior.
Nos saludó con un beso en la mejilla y con un buen gesto nos preguntó si teníamos una cámara para tomarnos una fotografía. Ni cámara, ni celular, tampoco algún otro dispositivo que nos permitiera registrar tan padrísimo momento.
Pagué el vinilo, ya era de mi propiedad ese objeto tan brillante ante la luz del local. Mara, por su parte, pidió un plumón para pedirles unas firmas. Yo aproveché y le pedí al chavo de la tienda si podía tomarnos una foto con su teléfono. Posamos y obtuvimos nuestros recuerdos: Uno con Carca, otro con Mariano y otro con Panza.
Lucila Venerus Resa
Leandro Martín Parente
Relato de Sandy
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